¿A qué teme la oposición en Bolivia?
Rubén Martínez Dalmau 30-01-2008
El domingo 27 de enero de 2008 el Prefecto “y Comandante General” del Departamento de Santa Cruz, Rubén Costas, publicó en todos los periódicos del país una carta de página entera dirigida al Sr. José Miguel Insulza, Secretario General de
La reacción del Prefecto de Santa Cruz era, por tanto, previsible. Haciendo alusión a una resolución de
Por no decir que siguen alegando que no se cumplió el mandato del referendo autonómico, cuando el proyecto prevé no sólo facultades normativo-administrativas para los departamentos, como solicitaba dicho referendo (que, por otro lado, perdió en la totalidad del país), sino también competencias legislativas; y que
La carta del Sr. Costas hubiera pasado desapercibida si no contuviera un elemento sorpresa de los que hacen doblar la ceja. En varias ocasiones, el Prefecto insiste en que ese proyecto “ilegal” de Constitución no debe someterse a referendo: “Pasar por alto la ilegalidad del Proyecto –dice el “Comandante General”- para someterlo a consideración ciudadana significa no sólo convalidar los atentados a la democracia y al Estado de Derecho, sino comprometer a la ciudadanía en la validación de un texto arbitrariamente impuesto”. ¡Cáspita! –que diría el Capitán Trueno-, ¿cómo puede “imponerse arbitrariamente” a la ciudadanía un texto votado por la mayoría del pueblo? Los teóricos de la política ya pueden darle vueltas al asunto; quizás encuentren la cuadratura del círculo.
Ha tenido suerte el Sr. Costas de que este proceso constituyente boliviano es plenamente democrático. Si hubiera sido cualquiera de los tantos anteriores que ha experimentado el país, el proyecto de Constitución no sería un proyecto, sino una Constitución. Nunca antes se ha votado en Bolivia un proyecto constitucional; las constituciones anteriores no requerían de ninguna consulta al pueblo; entraban directamente en vigor. Pero la disposición final de este proyecto de Constitución es clara: para que entre en vigor tiene que ser aprobada por el pueblo boliviano. Esto es, la máxima expresión de la democracia.
Intentemos hurgar un poco más en el miedo del Sr. Costas que, en definitiva, es el miedo de la oposición boliviana. Hace poco los prefectos acudieron a la solicitud de diálogo del Presidente para estudiar el régimen autonómico de
¿Será porque el proyecto de Constitución de Bolivia, si finalmente entra en vigencia, será en muchos aspectos
Pensándolo bien, quizás sea porque los recursos naturales del país van a ser propiedad del pueblo boliviano y no podrán ser privatizados; o porque se reconoce el derecho de las minorías, marginadas durante siglos en un sistema de desigualdad social atroz. Puede ser porque desaparece la independencia de un banco central neoliberal; o porque establece el mayor catálogo de derechos constitucionales reconocido, así como un sistema de garantías envidiable; porque crea puentes entre los diferentes sectores del país, incorporando a los pueblos indígenas históricamente relegados de sus tierras originarias; o porque afirma que los miembros del Tribunal Supremo y del Tribunal Constitucional deben ser elegidos democráticamente por el pueblo...
Pero si no es por nada de esto... ¿A qué teme la oposición en Bolivia? ¿Quizás tiene miedo de que el pueblo boliviano se percate de los avances incuestionables del proyecto de Constitución, o de que el texto ha recogido sus aspiraciones de cambio, de avance hacia el “vivir bien” boliviano, que tanto dolor y sangre ha costado en las luchas sociales?
Es decir, ¿teme la oposición boliviana a una contundente victoria del “Sí” en el referendo aprobatorio? Eso sería todo un problema, ¿verdad Sr. Costas? Vaya, en qué problema les metió quien inventó la “ilegal” democracia.
Rubén Martínez Dalmau es Vicepresidente de
martinezdalmau@gmail.com
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