Monday, April 21, 2008

La naturaleza no es muda

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Eduardo Galeano

Brecha

22-04-2008

El mundo pinta naturalezas muertas, sucumben los bosques naturales, se derriten los polos, el aire se hace irrespirable y el agua intomable, se plastifican las flores y la comida, y el cielo y la tierra se vuelven locos de remate.

Y mientras todo esto ocurre, un país latinoamericano, Ecuador, está discutiendo una nueva Constitución. Y en esa Constitución se abre la posibilidad de reconocer, por primera vez en la historia universal, los derechos de la naturaleza.

La naturaleza tiene mucho que decir, y ya va siendo hora de que nosotros, sus hijos, no sigamos haciéndonos los sordos. Y quizás hasta Dios escuche la llamada que suena desde este país andino, y agregue el undécimo mandamiento que se le había olvidado en las instrucciones que nos dio desde el monte Sinaí: “Amarás a la naturaleza, de la que formas parte”.

Un objeto que quiere ser sujeto

Durante miles de años, casi toda la gente tuvo el derecho de no tener derechos.

En los hechos, no son pocos los que siguen sin derechos, pero al menos se reconoce, ahora, el derecho de tenerlos; y eso es bastante más que un gesto de caridad de los amos del mundo para consuelo de sus siervos.

¿Y la naturaleza? En cierto modo, se podría decir, los derechos humanos abarcan a la naturaleza, porque ella no es una tarjeta postal para ser mirada desde afuera; pero bien sabe la naturaleza que hasta las mejores leyes humanas la tratan como objeto de propiedad, y nunca como sujeto de derecho.

Reducida a mera fuente de recursos naturales y buenos negocios, ella puede ser legalmente malherida, y hasta exterminada, sin que se escuchen sus quejas y sin que las normas jurídicas impidan la impunidad de sus criminales. A lo sumo, en el mejor de los casos, son las víctimas humanas quienes pueden exigir una indemnización más o menos simbólica, y eso siempre después de que el daño se ha hecho, pero las leyes no evitan ni detienen los atentados contra la tierra, el agua o el aire.

Suena raro, ¿no? Esto de que la naturaleza tenga derechos... Una locura. ¡Como si la naturaleza fuera persona! En cambio, suena de lo más normal que las grandes empresas de Estados Unidos disfruten de derechos humanos. En 1886, la Suprema Corte de Estados Unidos, modelo de la justicia universal, extendió los derechos humanos a las corporaciones privadas. La ley les reconoció los mismos derechos que a las personas, derecho a la vida, a la libre expresión, a la privacidad y a todo lo demás, como si las empresas respiraran. Más de 120 años han pasado y así sigue siendo. A nadie le llama la atención.

Gritos y susurros

Nada tiene de raro, ni de anormal, el proyecto que quiere incorporar los derechos de la naturaleza a la nueva Constitución de Ecuador.

Este país ha sufrido numerosas devastaciones a lo largo de su historia. Por citar un solo ejemplo, durante más de un cuarto de siglo, hasta 1992, la empresa petrolera Texaco vomitó impunemente 18 mil millones de galones de veneno sobre tierras, ríos y gentes. Una vez cumplida esta obra de beneficencia en la Amazonia ecuatoriana, la empresa nacida en Texas celebró matrimonio con la Standard Oil. Para entonces, la Standard Oil de Rockefeller había pasado a llamarse Chevron y estaba dirigida por Condoleezza Rice. Después un oleoducto trasladó a Condoleezza hasta la Casa Blanca, mientras la familia Chevron-Texaco continuaba contaminando el mundopor la Texaco y otras empresas no son la única fuente de inspiración de esta gran novedad jurídica que se intenta llevar adelante. Además, y no es lo de menos, la reivindicación de la naturaleza forma parte de un proceso de recuperación de las más antiguas tradiciones de Ecuador y de América toda. Se propone que el Estado reconozca y garantice el derecho a mantener y regenerar los ciclos vitales naturales, y no es por casualidad que la Asamblea Constituyente ha empezado por identificar sus objetivos de renacimiento nacional con el ideal de vida del sumak kausai. Eso significa, en lengua quichua, vida armoniosa: armonía entre nosotros y armonía con la naturaleza, que nos engendra, nos alimenta y nos abriga y que tiene vida propia, y valores propios, más allá de nosotros.

Esas tradiciones siguen milagrosamente vivas, a pesar de la pesada herencia del racismo que en Ecuador, como en toda América, continúa mutilando la realidad y la memoria. Y no son sólo el patrimonio de su numerosa población indígena, que supo perpetuarlas a lo largo de cinco siglos de prohibición y desprecio. Pertenecen a todo el país, y al mundo entero, estas voces del pasado que ayudan a adivinar otro futuro aposible.

Desde que la espada y la cruz desembarcaron en tierras americanas, la conquista europea castigó la adoración de la naturaleza, que era pecado de idolatría, con penas de azote, horca o fuego. La comunión entre la naturaleza y la gente, costumbre pagana, fue abolida en nombre de Dios y después en nombre de la civilización. En toda América, y en el mundo, seguimos pagando las consecuencias de ese divorcio obligatorio.

ARGENTINA

Quema de pastizales y humo en Buenos Aires

18 abril 2008

Buenos Aires, Argentina — Greenpeace publica el documento a través del cual organizaciones ecologistas de Santa Fe y Entre Ríos dan a conocer las causas de la quema de pastizales en islas del Paraná, lo que ocasiona la constante emisión de humo sobre la región y la Ciudad de Buenos Aires.

Dada la enorme preocupación que despierta la permanente presencia de humo en la región de Santa Fe, Entre Ríos y también en la Ciudad de Buenos Aires, Greenpeace da a conocer la demanda que las organizaciones de Rosario y Paraná han venido realizando desde hace mucho tiempo a propósito de la quema de pasturas en las islas del Paraná que tienen por objeto de expandir la actividad ganadera en esa región. La constante emisión de humo producto de esta quema, ya ha provocado víctimas fatales en accidentes de tránsito y preocupación por los riesgos que entraña para la salud.

Estos incendios en pastizales muestran otra cara de la expansión de los cultivos de soja, que desplazan otras actividades, como la ganadería, a zonas marginales provocando pérdida de valiosos ecosistemas.

Lo que a continuación publicamos es el último comunicado emitido por el Taller Ecologista (Rosario) y M’Bigua (Paraná) y al cual Greenpeace adhiere en sus consideraciones.

La quema en islas y la necesidad de medidas urgentes

¿Quién responde por los riesgos ambientales?

Organizaciones ecologistas de Rosario y Paraná reclamaron un ordenamiento territorial de las islas que permita finalizar con los incendios.

Rosario, Paraná, 16 de abril de 2008–. “El avance de la soja ha desplazado pasturas, y la zona de islas del Delta del Paraná se ha convertido en una región ganadera”, resumieron desde el Taller Ecologista (Rosario) y la organización M´Bigua, Justicia y Ciudadanía Ambiental (Paraná).

“En el caso de Entre Ríos, el mismo gobierno contribuyó a la modificación del uso de nuestros humedales a través de la promoción del Régimen de Arrendamientos de Islas Fiscales”, señaló Diego Rodríguez, especializado en derecho ambiental de M´Bigua. El principal cuestionamiento de las organizaciones ciudadanas es que esta Ley se sancionó sin realizar un estudio con respecto a sus posibles impactos, y de esta manera se perdió una gran oportunidad tomar medidas que apuntaran a la conservación de estos humedales.

La ley 9.603, sancionada en diciembre de 2004, somete a un Régimen de Arrendamientos a todas las islas fiscales de la provincia de Entre Ríos. En su cuarto artículo, la norma establece que los predios arrendados deberán destinarse al desarrollo de actividades ganaderas, apícolas y/o a aquellas vinculadas a proyectos de inversión para la prestación de servicios turísticos, quedando prohibido el uso para la explotación agrícola intensiva que requiera la aplicación de agroquímicos o plaguicidas.

No se puede suspender lo que está prohibido.

Si bien la Ley provincial 9291 establece las pautas para la quema y delega la competencia a la Dirección de Recursos Naturales para determinar cuando pueden efectuarse en todo el territorio provincial, la situación es diferente en la zona de islas fiscales. Los contratos suscriptos por la provincia de Entre Ríos con quienes se han incorporado al sistema de arrendamientos que estipula la Ley 9.603, establece taxativamente la prohibición de “desmonte, tala o quema de pastizales y todo tipo de forestación”.

Hoy, en el Departamento Victoria hay arrendadas cerca de 111.000 hectáreas a 108 arrendatarios: 35 de ellos son santafesinos, y cinco tienen domicilio en la ciudad de Rosario. Del resto, la mayoría son entrerrianos, principalmente del Departamento Victoria.

Para Elba Stancich, coodinadora del Taller Ecologista, “es al menos confuso decir que se suspenderán las quemas por dos meses de manera general, ya que en algunas zonas están prohibidas. Lo que deberían hacer las autoridades es detectar los responsables y en el caso de ser arrendatarios, rescindirles el contrato”.

Los riesgos ambientales de las decisiones políticas.

Toda política ambiental supone la adopción de decisiones que introducen nuevos riesgos en la sociedad, y la aceptación de esos riesgos, al igual que su gestión, dependerá de un nuevo acuerdo entre todos los actores involucrados. En ese sentido, las organizaciones ciudadanas señalan que en materia ambiental hay que tener en cuenta que los riesgos tienen características especiales:

  1. No encuentran limitaciones espaciales ni temporales. Es decir: una decisión adoptada en el año 2006 por el Estado entrerriano, al permitir un uso en zona de islas sin el debido control, puede causar consecuencias irremediables mucho tiempo después y en otras zonas ajenas a la involucrada en la decisión.
  2. No se subsumen a las reglas normales de responsabilidad. Por el trágico hecho ocurrido, por ejemplo, se derivan responsabilidades para: el concesionario de la autopista a causa del incumplimiento de la prestación del servicio en condiciones adecuadas; para el órgano de control por la falta de control en la calidad de la prestación del servicio; para el gobierno de Entre Ríos por la falta de control sobre el uso del fuego en zonas de islas en forma repetitiva; para el arrendatario del campo por la práctica de una medida prohibida como es el uso del fuego y para los posibles conductores que no obraron con la debida cautela en el manejo de los vehículos, etc.
  3. Por último, es esencial considerar la imposibilidad de recomposición del daño: estamos frente a una tragedia en la que se han perdido vidas humanas, además de los daños materiales y la destrucción del humedal, con el menoscabo de las funciones ambientales que presta para toda la sociedad.

“Las decisiones sobre qué tipo de gestión se va a adoptar para un ecosistema determinado impacta directamente en múltiples aspectos de nuestra vida en sociedad y la mayor responsabilidad de un gobierno democrático es, precisamente, la administración de éstos riesgos para evitar las consecuencias nocivas y los daños irrecuperables”, sostuvieron las organizaciones.

“Los lamentables hechos ocurridos en la Ruta Nº 9”, señalaron finalmente, “dejan en claro una vez más la necesidad de revisar el uso que merecen nuestros humedales y la adopción de medidas urgentes” (1).

(1) Algunas de las principales medidas propuestas por las organizaciones civiles son:

1) Reformular el proceso de arrendamiento de las islas públicas iniciado por la provincia de Entre Ríos.

Este régimen requiere una revisión y análisis de su pertinencia, teniendo en cuenta el marco establecido por la Ley N° 25.675 en lo que respecta al ordenamiento ambiental y al proceso de evaluación de impacto ambiental, con especial consideración de la emergencia ambiental del bosque nativo declarada por la provincia de Entre Ríos.

2) Recategorizar como provincial a la zona de humedales actualmente declarada como área natural protegida por ordenanza de la municipalidad de Victoria, de acuerdo al Proyecto de Ley obrante en la Cámara de Diputados de Entre Ríos, conforme a lo dispuesto por Ley Provincial Nº 8967.

Esta recategorización a nivel provincial, eventualmente, se puede realizar con vistas a la incorporación de este ecosistema al Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas a través de lo dispuesto por la Ley Nº 22.351. O bien, a través de convenios con la Administración de Parques Nacionales, que permitan el trabajo conjunto de la provincia de Entre Ríos con el Estado Nacional, entendiendo que este organismo nacional es el mejor capacitado a nivel nacional en materia de gestión de áreas naturales.

3) Aplicar los criterios de sustentabilidad ambiental que establece la Ley de Presupuestos Mínimos de Protección de Bosques Nativos, que destaca la importancia de la conservación de los ecosistemas naturales en sitios de humedales.

Finalmente se debe tener presente, la diversidad de iniciativas de textos constitucionales que propician la incorporación para su protección, del sistema de humedales del río Paraná Inferior, en la Constitución de Entre Ríos, lo que es un contundente llamado de atención que nos convoca a todos, sociedad y Estado, a una gestión sustentable y participada del valle de inundación del río Paraná, pero también de manera conjunta entre las provincias involucradas territorialmente.

Africanos en Argentina



Por Orlando Gabriel Morales (*)


| Desde La Plata, Argentina

Tras una historia de extinción y ocultamiento de su descendencia, una reciente migración que tiene a los senegaleses como principales referentes ha puesto otra vez a la sociedad local frente a la africanía. En Argentina las estadísticas censales no definen con precisión la dimensión numérica de la población senegalesa. Pero los propios migrantes de esa nacionalidad consideran que dicho colectivo cuenta con alrededor de 5 mil integrantes; y en la percepción de los ciudadanos locales la migración africana comienza a hacerse visible y adquiere connotaciones particulares.

Los registros del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos ni siquiera desagregan la cantidad de personas prevenientes de Senegal, sino que incluyen a toda la población extranjera originaria de África en una sola categoría continental. Según esos datos, la población africana empadronada al año 2001 es de 1883 personas.

Estas imprecisiones no son casuales sino que responden a múltiples factores. Durante la época colonial, bajo la égida española, la presencia de africanos en este territorio era significativa. El padrón poblacional correspondiente al año 1778 indica que los afrodescendientes constituían casi un 40 por ciento de la población total. En el mismo sentido hay datos que señalan que hacia 1810 un tercio de la población de la ciudad porteña de Buenos Aires era negra.

Esa presencia se vería afectada por un doble proceso, por una parte de desaparición objetiva a partir de la inclusión de los negros en cuadros militares que resultaron exterminados. Por otra, mediante una operación de invisibilización de la negritud implementada desde el poder público local, imbuido de una ideología política de constitución de un Estado nacional europeizado.

El historiador local Felipe Pigna explicaba oportunamente a BBC Mundo (¿Hay negros en Argentina?, 16/03/07) que el principal motivo del descenso de la población negra en el país fue su exterminio en los sucesivos combates para los que resultó reclutada, de forma casi siempre compulsiva. Ellos fueron: las guerras por la independencia nacional, guerras civiles y la Guerra de la Triple Alianza -que enfrentó a Argentina, Brasil y Uruguay con Paraguay, durante los años 1865 y 1870-.

Mientras que Miriam Gomes, representante de la Sociedad Caboverdeana Argentina, sostiene que también debe considerarse que en la historia nacional ha operado una estrategia de “desaparición artificial”. Esta implica el ocultamiento de los negros, siendo que hacia 1887 el porcentaje oficial de esta población es de 1,8 por ciento y a partir de allí los censos no recogen datos sobre ellos. Además, según esta especialista, hubo una manipulación de los discursos para borrar la negritud local, por ejemplo, reemplazando en la documentación oficial la denominación “negros” por “trigueños”.

La llegada masiva de inmigrantes europeos a fines del siglo XIX y principios del XX, promovida por el Estado, afianza el proyecto racial de una nación blanca y contribuye a la desaparición de lo africano, a pesar de que en diferentes períodos se registran ingresos de contingentes de población de ese origen, provenientes fundamentalmente de Cabo Verde, con nacionalidad portuguesa.

Actualmente, la población afrodescendiente y africana vuelve a hacerse visible a partir de la lucha política por la reivindicación y el reconocimiento de los grupos ya establecidos y por efecto de la nueva migración proveniente de diversos países de África, siendo elevada la población senegalesa.

La predominancia de africanos senegaleses se manifiesta particularmente en la cantidad de trámites iniciados por el Comité de Elegibilidad para los Refugiados, dependencia del ámbito de la Dirección Nacional de Migraciones de Argentina. El padrón de solicitudes de reconocimiento del estatuto de refugiado durante el período 2000-2006 indica que los senegaleses constituyen el 4,16 por ciento del total de los solicitantes (4373), siendo la sexta nacionalidad entre 101 referenciadas.

Esta situación pone en evidencia una problemática, en tanto los refugiados no representan migrantes corrientes que salen de su país de origen por motivos personales o en busca de nuevas oportunidades y condiciones más dignas de vida, sino que se hallan obligados a hacerlo por estar bajo amenaza o persecución. En este marco, la cuestión de los refugiados requiere particular atención, pero en relación a la totalidad del colectivo, los senegaleses en condición de refugiados son todavía una minoría.

Para conocer el porqué de la emigración, nada más apropiado que consultar a los actores involucrados. Modou, un senegalés procedente de Touba que actualmente reside en la ciudad de Resistencia, Chaco, señala que “uno emigra por la familia, para ayudar, porque tienen necesidades y hay que aportar para su bienestar”. Babha sostiene que “en Dakar no tenía trabajo” y, a pesar de su muy limitado uso del idioma castellano, el puesto de venta ambulante que instaló en La Plata, Buenos Aires, está funcionando. Cheikh piensa en “trabajar para poder estudiar una carrera universitaria”, estuvo trabajando en una fábrica de neumáticos en la provincia de Córdoba, pero la venta ambulante en La Plata le resultó más redituable.

Oriundo de Thiès, Papis no tenía pensado venir a Buenos Aires hasta que en un viaje de avión conoció a quien pronto se convertiría en su esposa; ahora, entre otros negocios iniciados, ha montado una fábrica de indumentaria para vender a connacionales y locales que gustan vestir el estilo senegalés y africano. Mientras que su mujer, Alima, llegó a esta ciudad porteña del Río de la Plata luego de que su actividad como comerciante minorista en Mékhé fracasara por problemas financieros.

Estos casos evidencian una diversidad de motivos aludidos como causa de la emigración, aunque el trabajo tiene un lugar central.

Como propiedades de este nuevo contingente migrante se destacan la primacía de una población juvenil y masculina, la frecuente experiencia de una trayectoria migratoria anterior a la llegada al país y la preeminencia de la pertenencia al grupo étnico Uolofs o, al menos, el uso mayoritario de su lengua.

¿A qué actividades se dedican?. Estos nuevos migrantes se hacen visibles en los centros comerciales de las grandes ciudades del país a partir de su inserción en el mercado informal como vendedores ambulantes, o callejeros, de productos de bijouterie de bajo costo. Entre los locales, las intrigas y los supuestos sobre la procedencia de la mercadería y su calidad circulan sin cesar en los comentarios cotidianos, pues parece que la exoticidad de los “nuevos extraños” no puede corresponderse con una explicación simple y honesta sobre sus recursos.

Es así que no son pocos los que rumorean que los sencillos productos de oro 14 quilates y enchapados de plata que estos comercializan, provienen directamente de África. Claro que tampoco faltan quienes aprovechan el “exotismo” y las fabulaciones como estrategia de marketing.

Entretanto, desde el sentido común cabría preguntarse: ¿si un trabajador africano pudiera acceder al oro y la plata en cantidades mayoristas, se dedicaría a recorrer la arena caliente de la Costa Atlántica, las frías y ventosas calles de la Patagonia, las sofocantes arterias del norte argentino o los salvajes centros comerciales de Buenos Aires para vender sus productos por módicas sumas de dinero?

Lo cierto es que tales productos son accesibles para el pequeño capital con que cuentan estos migrantes, y una vez que establecen contacto con la red de comercialización -lo cual entre migrantes de un mismo país es una estrategia de inserción laboral reconocida-, los mismos se pueden conseguir con cierta facilidad. Incluso hay senegaleses que en un tiempo relativamente corto se han constituido en empleadores de sus connacionales recién llegados.

(*) Orlando Gabriel Morales es Director Ejecutivo del portal electrónico “Otros en Red: Periodismo para una comunicación intercultural”.

Tuesday, April 15, 2008

"La casa está en orden, felices pascuas"


Jorge Altamira

Prensa Obrera 10-04-2008

Después de tres discursos presidenciales en un lapso cortísimo y una movilización de aparato de apenas cincuenta mil almas, el gobierno ni siquiera se ha animado a presentar la suspensión del lock-out o paro agrario como un triunfo. Solamente en el túnel subfluvial Santa Fe-Paraná ‘los del campo' le juntaron casi diez mil personas. El gobierno, que obtuvo el 45 por ciento de los votos hace tres meses (en especial en los pueblos campesinos) no pudo doblegar durante tres largas semanas a la movida de las entidades rurales, a pesar de contar, además, con el apoyo del conjunto de la burguesía. La presencia de los Techint, Fiat y Banco Macro en el Salón Blanco de la casa de gobierno, en oportunidad del último discurso, lo demuestra sin discusión. No es casual que la burguesía no le haya armado las clásicas ‘corridas' al dólar o a los bancos.

Las compensaciones que ofreció el gobierno a los productores que no superen las 500 toneladas anuales y el subsidio a los fletes para las distancias alejadas de los puertos no tienen un alcance ni mínimo, pero subraya el impasse oficial y anuncia nuevas corruptelas. En 2007, las retenciones se gastaron casi por completo en subsidios, como un gato que se muerde la cola, sin que un peso de esto haya caído en la mano de un trabajador. Alrededor de 20.000 millones de pesos fueron destinados a cubrir, de este modo, más de 16.000 millones por compensaciones.

Como la geografía de Argentina es inmodificable, en tanto que los precios de exportación y las retenciones se mueven, el Estado seguirá subsidiando fletes incluso cuando los precios internacionales del agro comiencen a bajar, como deberá acontecer como consecuencia de la recesión internacional. Lo mismo ocurrirá con los subsidios para los combustibles, pues es visible para cualquiera que las naftas y el gas oil están aumentando, y esto refleja la caída de la producción interna y de las reservas, y el aumento de las importaciones. El gobierno ya está construyendo una planta re-gasificadora para el gas licuado que piensa importar desde Venezuela. El gobierno prevé que los subsidios y las compensaciones subirán, en 2008, a los 26.000 millones de pesos - el 12% de la recaudación impositiva - pero con la esperanza de cosechar 46.000 millones vía las retenciones (estudio Bein y Asociados). Pero para que ocurra esto último será necesario que los precios internacionales se mantengan en niveles elevados.

Se ha llegado a la suspensión del ‘paro' o lock-out más por espanto que por amor. El temor a revueltas populares por el desabastecimiento suscitó en los medios de comunicación una campaña orquestada a favor del ‘diálogo'. El aumento de los precios producido por la crisis es, sin embargo, irreversible, porque responde a una tendencia de fondo de la economía kirchneriana. El marco de un lock-out suspendido y de un diálogo sin futuro no será el más adecuado para detener las subidas de los precios que preceden por lejos a la presente crisis. Los ‘agrarios' demostraron que tampoco tienen una salida, pues si bajan las retenciones, los precios internos y el déficit fiscal se van por las nubes. La única salida que les quedaría es volver a la convertibildad de Cavallo y perder las ventajas del ‘dólar alto'.

Políticamente, el gobierno ha recogido una crisis salada, que se podría convertir en más picante todavía. En tres meses ha perdido el apoyo en los pueblos del interior. En vísperas de la unción de Kirchner hombre como presidente del PJ, Reutemann, Schiaretti y De la Sota tomaron sus distancias, y lo mismo ha ocurrido con numerosos intendentes y punteros políticos; el chubutense Das Neves pidió la cabeza del jefe de gabinete y el secretario general de las 62, Venegas, se excusó de ir a la Plaza. La cuestión de la coparticipación de impuestos se va a poner ahora al rojo vivo, esto porque luego de la crisis agraria por las retenciones queda más al desnudo el déficit de numerosas provincias, en especial de la más importante de todas: Buenos Aires. El sabueso bonaerense, Montoya, ya anunció una ampliación a la industria de la aplicación del impuesto a los ingresos brutos. La coparticipación impositiva con las provincias forma parte integral de la crisis desencadenada por las retenciones. Con pejotismo o sin él se perfilan crisis provinciales en cadena.

La crisis agraria no es un fenómeno solamente nacional. El encarecimiento de los alimentos ha provocado medidas intervencionistas contra la exportación en todos los países que lo producen, lo que sólo ha servido para agravar la suba de precios al debilitar la oferta internacional. Ya hay rebeliones populares en Asia debido al encarecimiento del arroz. Esta crisis es el resultado de largos años de des-inversión agrícola debida a la sobreproducción previa, como ocurre también con el petróleo y el gas. Los subsidios a la producción de bio-combustibles, para sustituir parcialmente al petróleo, han agravado las cosas todavía más, al desviar parte de la producción agrícola a otro uso que el alimento. Ahora, sin embargo, la situación va camino a invertirse, del ascenso a la caída, como consecuencia de la crisis mundial que tiene su centro en Estados Unidos y en China.

Pero la crisis no solamente ha dividido. En la Plaza se juntaron la CGT y la CTA, Díaz Bancalari y D'Elía - los transversales y derechohumanistas con las patotas y el aparato pejotista. Este rejunte difícilmente le devuelva lustre al pejotismo, pero acabará con el progresismo de los transversales y con sus últimas inhibiciones. La prensa lo destacó poco, pero los progres tipo Ibarra fueron un cero a la izquierda durante toda la crisis.

Los luchadores y la izquierda deben ver a esta crisis como un gran desafío, porque ella plantea una crisis de régimen, que se va a poner en evidencia en cada una de las etapas sucesivas. La burguesía agraria nos ha hecho involuntariamente una gran gauchada, porque ha despertado la deliberación política donde ella aparecía como muy dormida: en el proletariado rural. Hace tiempo que los obreros rurales (permanentes, temporarios, cosecheros, tractoristas) se han dado cuenta de que la burguesía agraria está ganando como nunca mientras la condición del obrero agrícola ha empeorado, pero la novedad ahora es que esto se ha transformado en un debate nacional. La clase obrera industrial debe ir a buscar a los obreros del campo y repudiar a los burócratas que van a la rastra del kirchnerismo, que sostiene la super-explotación del terrateniente y del patrón agrario contra los trabajadores.

Cuando, en 1987, Alfonsín creyó que había salido de la crisis por el levantamiento de Aldo Rico, en medio de un generalizado apoyo popular y el respaldo de todos los partidos e incluso de las cancillerías extranjeras, simplemente ignoró que esa crisis había sido la consecuencia de su propia política, no del desatino de un coronel aislado. Los kirchneristas, ahora, también creen que siguen invictos por las mismas malsanas razones. Pero la reciente crisis con la patronal agraria es la punta del témpano del impasse de la política económica. De modo que ellos también pueden repetir que la "casa está en orden, felices pascuas", pero se engañan del mismo modo que Alfonsín.

Tuesday, April 08, 2008

Tibet, el Gibraltar chino

Imagine: los gallegos exigen su independencia y asesinan a comerciantes madrileños en nombre de su líder Rouco Varela, que pretende un régimen teocrático

Manuel de Castro García

Rebelión 27-03-2008

Puede creerme, lector, si le digo que el 99 por ciento de los periodistas de España por los que ha pasado el despacho de agencia sobre el conflicto tibetano ha repetido lo que le han puesto delante (a veces hasta lo firman con su propio nombre, como si hubieran aportado algo a la noticia) sin dedicar un minuto a comprobar, cuestionar o reflexionar sobre el sentido del texto que ha caído en sus manos. No se trata de acudir directamente a las fuentes; es que no es necesario, basta con pararse unos segundos, documentarse un poco y reflexionar. Y esto incluye a muchos opinadores de este país, que dicen saber de todo. Un compañero, que trabaja en una conocida emisora, me cuenta su perplejidad al ver algunos de estos tertulianos que llegan al estudio diez minutos antes del programa, recién levantados de la cama y exigiendo los periódicos del día para echar un vistazo a la prensa y hacerse así con una opinión con la que sentar cátedra sin ningún tipo de dudas. Se trata de mantenerse firme, categórico, solemne, aunque se esté diciendo un disparate. En las tertulias radiofónicas y televisivas de hoy, el que pierde es aquel que reflexiona, que titubea o que se descubre mal peinado. Esto no es mala profesionalidad: es ajustarse a las exigencias de las empresas de comunicación actuales.

Así se comprende la facilidad con la que se manipulan campañas de propaganda en el siglo XXI, el de la información. Alguien, por un interés político y económico determinado, da la consigna en la capital del imperio, en una gran agencia de noticias, y todas las redacciones de los periódicos asumen como propia la información y, lo que es peor, la ideología y el oportunismo subyacente. Ahora le ha tocado al Tibet, un territorio que pertenece a China desde hace más de 700 años, bastante antes de que existiera el Estado español y mucho antes de que el ‘concepto España’ incorporase, por ejemplo, a Galicia o a Cataluña (*). Esta región del Himalaya –como otras partes de China- sufrió diversas convulsiones políticas a finales del XIX y principios del XX por las apetencias coloniales de Rusia y Gran Bretaña, invasores cuya actitud sigue sin cuestionarse hoy en día aunque representó algo tan indefendible –salvando las distancias por los muertos- como la influencia británica sobre el Peñón de Gibraltar, un grano inglés en la costa española de Andalucía. O Melilla, un grano español en la costa de un país africano. O la base estadounidense de Guantánamo en Cuba, una agresión sobre la que no se dice nada y que se mantiene desde 1903, cuando Estados Unidos quitó definitivamente a España el papel de matón internacional.

A mediados del siglo XX, China recuperó lo que considera suyo y puso fin al régimen teocrático, feudal y salvaje que existía en el Tibet: poder religioso sobre el político, esclavitud dependiente de la nobleza hereditaria y castigos corporales espantosos. El Gobierno de Pekín abolió la servidumbre y los castigos y modernizó la figura del Estado y de la Administración pública. Hoy en día, el Dalai Lama ejerce como gobernante en el exilio y sus parientes directos ocupan los más importantes puestos en ese gobierno de sacerdotes que ocupan el espacio político a través del religioso. Imaginemos a los gallegos echándose a las calles de sus pueblos, asesinando comerciantes madrileños en nombre de Rouco Varela, que pide la independencia de su territorio y reclama la conversión de Galicia en un espacio en el que los políticos estén a las órdenes directas de los obispos, un espacio en el que las autoridades político/eclesiásticas puedan decretar el ‘secuestro’ de un niño para irse a vivir a un convento. En una situación como esta, me pregunto qué se podría esperar del Estado español. Nadie se imagina a Le Monde, Le Figaro o The Times defendiendo a Rouco Varela de la opresión española. Ni a esa organización tan parcial e interesada como Reporteros sin Fronteras criticando la fuerza desplegada por el Gobierno español para parar los pies al supuesto despropósito de Rouco Varela.

Los europeos tenemos una visión deformada por la romántica ilusión de los exploradores rodeados de sonrientes sherpas (una imagen cruel del millonario ante su paupérrimo porteador de botellas de oxígeno) y la todavía más legendaria visión de aquella ciudad perdida del novelista James Hilton en ‘Horizontes perdidos’, el Shangri-la, que no es otro lugar que el reflejo de nuestra frustación occidental y la identificación con lo exótico (esto daría para otro artículo) que tanto embauca a famosos de Hollywood que hoy cortejan al Dalai Lama y mañana pregonan la Cienciología o rechazan las leyes de Darwin. Esto, en ocasiones, nos hace incapaces para juzgar con empatía porque nos distanciamos demasiado, consideramos lo lejano más distinto de lo que es en realidad, casi como un juego. Y el dolor, el hambre o el abuso de poder son iguales en todas partes y con todos los colores.

No piense el lector que este artículo es una alabanza al régimen político de China, que por cierto será todo lo que se quiera menos comunista. La China de hoy es, en mi opinión, una aberración ideológica que se encarga de mantener vivo el modelo económico occidental gracias a sus millones de esclavos al servicio de los industriales europeos y estadounidenses, que un día se escudan en esa trampa que llaman libertad de mercado pero al día siguiente piden la intervención estatal para imponer aranceles, pedir subvenciones, controlar a la competencia o frenar las protestas sociales. Acaso nadie se pregunta -entre tanto debate sobre la eficiencia energética y la escasez de combustibles fósiles- cómo es posible enviar un trozo de tela cortado en España a una factoría del sur de China, a 10.000 kilómetros de distancia, para que allí sea cosido y luego esa chaqueta vuelva volando a España, donde se plancha, se empaqueta y se vende en la puerta de nuestra casa, donde se cortó el primer pedazo de tejido. Nadie se pregunta cuánto tiene que cobrar el obrero chino para que, pese al viaje de 20.000 kilómetros, la venta de chaquetas convierta al empresario textil en millonario (un millonario europeo y encantado de que el Estado chino mantenga a raya a sus esclavos de alquiler). Esto es lo que hay que criticar de China con firmeza, la explotación laboral extrema coordinada por el Estado y el aumento de las desigualdades en el propio país (bien pensado, en Occidente sucede lo mismo pero el Estado, en lugar de coordinar, se limita a consentir). Pero ninguna de las ‘democracias’ occidentales criticará a China por este motivo porque esa fuerza descomunal de millones de esclavos genera una dependencia enorme para las grandes empresas de Europa y EEUU, que tienen más capacidad de presión sobre los gobiernos que la que tiene la propia ciudadanía. Como tampoco se censura al Gobierno chino por el descontrolado empleo de la pena de muerte para delitos de importancia menor; cómo se va a criticar si en Estados Unidos hay una arbitrariedad parecida y sus fuerzas de seguridad (sin contar sus ejércitos) matan a más personas que los chinos. Con ocasión del conflicto tibetano, tengo que decir que es la primera vez en mucho tiempo que me veo obligado a respaldar la política del Ejecutivo chino.

(*) Nota:

Cuando el irrepetible portugués Magallanes abandonó su emergente país para ponerse al servicio de Carlos V, presumía ante Europa de una flota de cinco naves y algo más de 200 hombres. El imperio chino disponía, unas décadas antes, de juncos enormes que recorrían el Índico y el Pacífico. Los barcos eran cinco o seis veces más grandes que los europeos de entonces, y su flota del tesoro superaba los 30.000 hombres a bordo de barcos de más de cien metros de eslora. Algunos eran exclusivamente enormes huertos flotantes para abastecer de productos frescos a la flota y evitar el escorbuto que no superaron los marinos europeos hasta finales del XIX. Los chinos de entonces, aun considerándose culturalmente superiores a las tierras que descubrían, no tuvieron interés en invadir sino en entablar relaciones comerciales. La contradictoria historia de China ofrece algunos relatos fascinantes, y uno de ellos es la razón que llevó a la mayor flota del mundo –jamás igualada hasta la británica del XIX- tras unas décadas de exploración exitosa que empequeñece los descubrimientos europeos, a replegar sus velas, destruir todos los buques y los documentos con sus descubrimientos y cerrarse al mundo renunciando a surcar por los siete mares. Portugueses y españoles llegaron al Índico y Pacífico aprovechando el enorme hueco dejado por los chinos. Esta referencia histórica nos sirve para ser un poco más prudentes cuando pensamos que los europeos somos el ombligo del mundo.